sábado, 29 de noviembre de 2008

comentario personal de "el ahogado mas hermoso del mundo"

Me gustó mucho el cuento Gabriel Garcia Marquez, creo que con un cuento corto y fácil de entender, Gabriel pudo crear una gran historia maravillosa, en la cual nos muestra la generosidad de parte del pueblo al recibir a un ahogado desconocido y hacerlo partes de sus vidas.
Me gustan mucho los cuentos maravillosos, ya que, creo que es bueno salir un poco de la realidad y de la vida cotidiana y entrar así e otros mundos imaginados, los cuales al igual que los cuentos realistas nos pueden dejar distintas enseñanzas y nos hacen pasar buenos ratos.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

"Análisis del cuento"


Argumento/Enfoque:

"El ahogado más hermoso del mundo", comienza con unos niños que estaban jugando en la orilla del mar, cuando vieron llegar un ahogado del agua con el que comenzaron a jugar, hasta que un adulto se percató y lo llevaron a la orilla. Al cargarlo, se dieron cuenta de lo que pesaba el cuerpo y del enorme tamaño que tenía. Como era un pueblo tan pequeño, se dieron cuenta de inmediato que era un ahogado ajeno y los hombres del pueblo comenzaron a averiguar si faltaba alguien en los pueblos vecinos, mientras las mujeres se encargaban de limpiarlo y cuidarlo. Mientras lo hacían se dieron cuenta de la clase de hombre que era y fue en ese entonces cuando quedaron sin aliento; era el hombre mas alto, grande, guapo y mejor armado que habían visto y comenzaron a hablar de él sin parar, adorándolo, hasta que la mayor de las mujeres dijo que el ahogado tenia cara de llamarse Esteban y así le pusieron. Aquella noche se designaron a dejarlo tirado, y fue en ese entonces cuando se percataron de lo infeliz que debe haber sido con aquel cuerpo descomunal y comenzaron sus llantos. Cuando llegaron los hombres quisieron deshacerse de él, pero las mujeres al no querer dejarlo ir, le enseñaron a los hombres el cuerpo del ahogado y estos al igual que ellas quedaron sin aliento y se entre mecieron en lo tuétanos con la sinceridad de Esteban. Fue así como le hicieron los funerales mas esplendidos, y hasta le eligieron un familia con padres, hermanos y hasta primos. Decidieron soltarlo sin ancla para que así volviera cuando quisiera, pero al soltarlo, de inmediato se dieron cuenta que no estaban completos y nunca volverían a estarlo. Desde entonces sus vidas cambiaron por completo y el pueblo también; agrandaron las puertas de las casas, pusieron mas altos los techos, etc. para que Esteban los visitara cuando quisiera, sin tropezar, y para que todo el mundo se diera cuenta que allá, donde brilla el sol, es el pueblo de Esteban.




Personajes:

El protagonista del relato es el ahogado encontrado por los niños a orillas del mar, el cual nos demuestra de inmediato que es un relato Maravilloso hiperbólico, ya que, su descripción es completamente exagerada; su tamaño es enorme y las mujeres del pueblo lo describen como un hombre admirable e inalcanzable.

Los personajes secundarios serian los habitantes del pueblo, quienes encontraron al ahogado y son los que lo acogen , cuidando de él, y finalmente lo hacen parte del pueblo arreglando todo para su nuevo regreso.



Por qué es fantástico:


El cuento "El ahogado mas hermoso del mundo", es un relato totalmente maravilloso; y dentro de lo maravilloso, es un relato maravilloso hiperbólico, ya que, la historia trata de un ahogado encontrado a orillas del mar de un pueblo, el cual tenia un tamaño inalcanzable por un humano real, era completamente irreal y gracias a las descripciones que nos dan los hombres del pueblo, nos podemos dar cuenta que todo es extremadamente exagerado e irreal, lo que nos dice que es un "relato maravilloso hiperbólico".

Es maravilloso, ya que el lector termina asumiendo las leyes que contiene el relato, y que ocurre en un lugar muy distinto al que vivimos nosotros, ya que, no es posible encontrar un hombre tan grande, y así, asumiendo sus leyes, podremos entender el relato.


Conclusión:

Como conclusión del presente informe, podemos deducir que para entender los relatos maravillosos, hay que aceptar las nuevas leyes que este presente; ya que, son leyes que no existen en nuestra realidad, como por ejemplo; es imposible encontrar un ahogado con ese tamaño en el mar, ya que, no existe hombres con tal estatura.
En el relato podemos encontrar los hechos irreales desde el principio de la historia, los cuales se van presentando cada cierto tiempo en la descripción del protagonista y en los hechos de los habitantes del pueblo.
Claramente el relato presenta una historia que no ocurre en la vida real, pero nosotros como lectores asumimos que la historia esta ocurriendo en otro universo o simplemente transcurre en un lugar donde tiene otras leyes.
Como ya mencionamos anteriormente, nos pudimos dar cuenta que el relato que se nos presenta es maravilloso, pero dento de lo maravilloso existen distintas divisiones y este esta dentro de una, la cual es el "maravilloso hiperbólico", en el que se presentan tamaños de seres u objetos completamente irreales.

lunes, 24 de noviembre de 2008

¿que es lo fantastico?


"Los relatos con acontecimientos irreales"

Cuando un autor decide escribir un relato, tiene toda la libertad del mundo para ponerle las reglas que quiera a este y escribir lo que quiera o como quiera en su relato, pasando por sobre todas las reglas que existan en la realidad y creando así un mundo fantástico si es posible. A nosotros entonces, se nos presenta la situación de como clasificar estos tipos de relatos y para esto nos hacemos distintas preguntas.
Los relatos con acontecimientos irreales, muestran que puede ser una forma, de parte de el escritor, de arrancar de lo cotidiano, del mundo en que vivimos; y así, poder soñar con otro mundo en el que todo es posible, en los cuales también tenemos la posibilidad de encontrarnos con seres que no existan o simplemente no tengan ninguna característica de un ser humano.
Los relatos con acontecimientos irreales los podemos clasificar en tres tipos diferentes; fantásticos, extraños y maravillosos.




Relato fantástico:





















Un cuento no es necesariamente fantástico porque aparezca en el un hecho irreal, ya que, si para los personajes del cuento este hecho es normal, osea no causa ninguna impresión para ellos, simplemente esto se asume y se deja pasar, teniendo en cuenta en el transcurso del cuento que estos hechos no se toman como fantásticos. En un cuento fantástico los hechos irreales que aparezcan en él, no tienen ninguna justificación y nosotros como lectores no conocemos que es lo que realmente esta sucediendo; esta duda o confusión dura hasta el final de la lectura.
Que un cuento sea fantástico, también depende de como lo valore el lector; desde su punto de vista. Si el lector al finalizar el cuento acepta todos los hechos irreales, tomándolos como hechos posibles, la obra pertenecerá al género extraño; mientras que si el lector no acepta los hechos como algo natural o algo real, renunciando a la lógica ( con otras leyes, distinto a la realidad ), este cuento ya no seria extraño, sino, que pasaría a ser un relato maravilloso.
Los relatos fantásticos no contiene las explicaciones necesarias para que el lector pueda tomar una decisión firme y segura de lo que ocurre en él.

Relato extraño:
Cuando hablamos de un relato extraño, estamos hablando de un relato con hechos irreales, en donde tenemos la facilidad de justificar con herramientas reales aquellos hechos que ocurren en la historia . Son relatos en donde los hechos irreales no causan duda en el lector, ya que, tenemos explicaciones validas y lógicas para entenderlos.
Dentro de lo extraño, podemos encontrar relatos "fantásticos-extraños", en los cuales la duda que tiene el lector con respecto a los hechor irreales del relato, los puede disipar o aclarar al final de esta; y también podemos encontrar relatos "extraños-puros", en los cuales desde el comienzo del relato tenemos las herramientas reales para entender cada hecho irreal que va pasando en el transcurso del relato.

Relato maravilloso:
En los relatos maravillosos, contamos con las herramientas insuficientes para explicar cada hecho irreal que se desencadena en la historia, por lo que el lector asume las nuevas leyes, con las cuales mas tarde puede ser explicado aquel relato ( el relato solo puede ser explicado con sus propias leyes).
Existen distintas clases de relatos maravillosos; estas son:
-Maravilloso hiperbólico: Lo irreal de la historia son el tamaño de sus objetos o seres.
-Maravilloso exótico: Los hechos irreales son tomados como hechos reales, y como escusa dicen que suceden en lugares muy lejanos o desconocidos.
-Maravilloso instrumental: En estos relatos solo utilizan herramientas irreales, las cuales pueden ser irreales solo para la época en que vivimos.
-Maravilloso puro: En este caso todos es irreal, a diferencia de los casos anteriores que solo eran algunos instrumentos o detalles; este relato es el mas diferente al mundo real.


Ciencia ficción:



















La ciencia ficción, a diferencia de la literatura fantástica, tiene una base racional. En la ciencia ficción ocurren hechos que probablemente en el futuro, a partir de los avances científicos, podrían ocurrir; osea la ciencia ficción de diferencia de la literatura fantástica en que esta es posible.




El realismo fantástico:


El realismo fantástico es una combinación de la realidad y la fantasía que pertenece a la literatura fantástica. Estos textos son completamente reales hasta que se quiebra esa realidad con un hecho fantástico.

domingo, 23 de noviembre de 2008

biografía de Gabriel García Márquez


Gabriel no tubo una buena vida cuando pequeño, ya que no se crió con sus padres, sino con sus abuelos maternos, los cuales queria mucho.
Cuando tenía apenas nueve años, sufrió la perdida de su abuelo, lo cual le afectó mucho porque era como su padre. Tubo que trasladarse a Barranquilla, lo cual yo creo que le afectó mucho, ya que un niño necesita de la protección y del cuidado de su familia para crecer siendo una buena persona y rendir en sus estudios, porque como podemos ver hoy en día la mayoría de los delincuentes son delincuentes por la relación que tienen con la familia o simplemente porque no la tenían cerca. Gabriel a pesar de estar alejado de su familia triunfó en sus estudios en Barranquilla y para terminarlos tubo que trasladarse a Zipaquirá donde finalmente los terminó sin problemas.
Gabriel nos demuestra que apesar de todos los problemas que uno puede tener en la vida, uno puede superarlos e incluso puede llegar a ser una persona admirable y destacable en la sociedad.

jueves, 20 de noviembre de 2008

El ahogado mas hermoso del mundo

Gabriel García Márquez

"El ahogado mas hermoso del mundo"

Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo. Después vieron que no llevaba banderas ni arboladura, y pensaron que fuera una ballena. Pero cuando quedó varado en la playa le quitaron los matorrales de sargazos, los filamentos de medusas y los restos de cardúmenes y naufragios que llevaba encima, y sólo entonces descubrieron que era un ahogado. Habían jugado con él toda la tarde, enterrándolo y desenterrándolo en la arena, cuando alguien los vio por casualidad y dio la voz de alarma en el pueblo. Los hombres que lo cargaron hasta la casa más próxima notaron que pesaba más que todos los muertos conocidos, casi tanto como un caballo, y se dijeron que tal vez había estado demasiado tiempo a la deriva y el agua se le había metido dentro de los huesos. Cuando lo tendieron en el suelo vieron que había sido mucho más grande que todos los hombres, pues apenas si cabía en la casa, pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte estaba en la naturaleza de ciertos ahogados. Tenía el olor del mar, y sólo la forma permitía suponer que era el cadáver de un ser humano, porque su piel estaba revestida de una coraza de rémora y de lodo. No tuvieron que limpiarle la cara para saber que era un muerto ajeno. El pueblo tenía apenas unas veinte casas de tablas, con patios de piedras sin flores, desperdigadas en el extremo de un cabo desértico. La tierra era tan escasa, que las madres andaban siempre con el temor de que el viento se llevara a los niños, y a los muertos que les iban causando los años tenían que tirarlos en los acantilados. Pero el mar era manso y pródigo, y todos los hombres cabían en siete botes. Así que cuando se encontraron el ahogado les bastó con mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que estaban completos. Aquella noche no salieron a trabajar en el mar. Mientras los hombres averiguaban si no faltaba alguien en los pueblos vecinos, las mujeres se quedaron cuidando al ahogado. Le quitaron el lodo con tapones de esparto, le desenredaron del cabello los abrojos submarinos y le rasparon la rémora con fierros de desescamar pescados. A medida que lo hacían, notaron que su vegetación era de océanos remotos y de aguas profundas, y que sus ropas estaban en piitrafas, como si hubiera navegado por entre laberintos de corales. Notaron también que sobrellevaba la muerte con altivez, pues no tenía el semblante solitario de los otros ahogados del mar, ni tampoco la catadura sórdida y menesteroso de los ahogados fluviales. Pero solamente cuando acabaron de limpiarlo tuvieron conciencia de la clase de hombre que era, y entonces se quedaron sin aliento. No sólo era el más alto, el más fuerte, el más viril y el mejor armado que habían visto jamás, sino que todavía cuando lo estaban viendo no les cabía en la imaginación. No encontraron en el pueblo una cama bastante grande para tenderio ni una mesa bastante sólida para velarlo. No le vinieron los pantalones de fiesta de los hombres más altos, ni las camisas dominicales de los más corpulentos, ni los zapatos del mejor plantado. Fascinadas por su desproporción y su hermosura, las mujeres decidieron entonces hacerle unos pantalones con un pedazo de vela cangreja, y una camisa de bramante de novia, para que pudiera continuar su muerte con dignidad. Mientras cosían sentadas en círculo, contemplando el cadáver entre puntada y puntada, les parecía que el viento no había sido nunca tan tenaz ni el Caribe había estado nunca tan ansioso como aquella noche, y suponían que esos cambios tenían algo que ver con el muerto. Pensaban que si aquel hombre magnífico hubiera vivido en el pueblo, su casa habría tenido las puertas más anchas, el techo más alto y el piso más firme, y el bastidor de su cama habría sido de cuadernas maestras con pernos de hierro, y su mujer habría sido la más feliz. Pensaban que habría tenido tanta autoridad que hubiera sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus nombres, y habría puesto tanto empeño en el trabajo que hubiera hecho brotar manantiales de entre las piedras más áridas y hubiera podido sembrar flores en los acantilados. Lo compararon en secreto con sus propios hombres, pensando que no serían capaces de hacer en toda una vida lo que aquél era capaz de hacer en una noche, y terminaron por repudiarlos en el fondo de sus corazones como los seres más escuálidos y mezquinos de la tierra. Andaban extraviadas por esos dédalos de fantasía, cuando la más vieja de las mujeres, que por ser la más vieja había contemplado al ahogado con menos pasión que compasión, suspiró: —Tiene cara de llamarse Esteban. Era verdad. A la mayoría le bastó con mirarlo otra vez para comprender que no podía tener otro nombre. Las más porfiadas, que eran las más jovenes, se mantuvieron con la ilusión de que al ponerle la ropa, tendido entre flores y con unos zapatos de charol, pudiera llamarse Lautaro. Pero fue una ilusión vana. El lienzo resultó escaso, los pantalones mal cortados y peor cosidos le quedaron estrechos, y las fuerzas ocultas de su corazón hacían saltar los botones de la camisa. Después de la media noche se adelgazaron los silbidos del viento y el mar cayó en el sopor del miércoles. El silencio acabó con las últimas dudas: era Esteban. Las mujeres que lo habían vestido, las que lo habían peinado, las que le habían cortado las uñas y raspado la barba no pudieron reprimir un estremecimiento de compasión cuando tuvieron que resignarse a dejarlo tirado por los suelos. Fue entonces cuando comprendieron cuánto debió haber sido de infeliz con aquel cuerpo descomunal, si hasta después de muerto le estorbaba. Lo vieron condenado en vida a pasar de medio lado por las puertas, a descalabrarse con los travesaños, a permanecer de pie en las visitas sin saber qué hacer con sus tiernas y rosadas manos de buey de mar, mientras la dueña de casa buscaba la silla más resistente y le suplicaba muerta de miedo siéntese aquí Esteban, hágame el favor, y él recostado contra las paredes, sonriendo, no se preocupe señora, así estoy bien, con los talones en carne viva y las espaldas escaldadas de tanto repetir lo mismo en todas las visitas, no se preocupe señora, así estoy bien, sólo para no pasar vergüenza de desbaratar la silla, y acaso sin haber sabido nunca que quienes le decían no te vayas Esteban, espérate siquiera hasta que hierva el café, eran los mismos que después susurraban ya se fue el bobo grande, qué bueno, ya se fue el tonto hermoso. Esto pensaban las mujeres frente al cadáver un poco antes del amanecer. Más tarde, cuando le taparon la cara con un pañuelo para que no le molestara la luz, lo vieron tan muerto para siempre, tan indefenso, tan parecido a sus hombres, que se les abrieron las primeras grietas de lágrimas en el corazón. Fue una de las más jóvenes la que empezó a sollozar. Las otras, asentándose entre sí, pasaron de los suspiros a los lamentos, y mientras más sollozaban más deseos sentían de llorar, porque el ahogado se les iba volviendo cada vez más Esteban, hasta que lo lloraron tanto que fue el hombre más desvalido de la tierra, el más manso y el más servicial, el pobre Esteban. Así que cuando los hombres volvieron con la noticia de que el ahogado no era tampoco de los pueblos vecinos, ellas sintieron un vacío de júbilo entre las lágrimas. —¡Bendito sea Dios —suspiraron—: es nuestro! Los hombres creyeron que aquellos aspavientos no eran más que frivolidades de mujer. Cansados de las tortuosas averiguaciones de la noche, lo único que querían era quitarse de una vez el estorbo del intruso antes de que prendiera el sol bravo de aquel día árido y sin viento. Improvisaron unas angarillas con restos de trinquetes y botavaras, y las amarraron con carlingas de altura, para que resistieran el peso del cuerpo hasta los acantilados. Quisieron encadenarle a los tobillos un ancla de buque mercante para que fondeara sin tropiezos en los mares más profundos donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia, de manera que las malas corrientes no fueran a devolverlo a la orilla, como había sucedido con otros cuerpos. Pero mientras más se apresuraban, más cosas se les ocurrían a las mujeres para perder el tiempo. Andaban como gallinas asustadas picoteando amuletos de mar en los arcones, unas estorbando aquí porque querían ponerle al ahogado los escapularios del buen viento, otras estorbando allá para abrocharse una pulsera de orientación, y al cabo de tanto quítate de ahí mujer, ponte donde no estorbes, mira que casi me haces caer sobre el difunto, a los hombres se les subieron al hígado las suspicacias y empezaron a rezongar que con qué objeto tanta ferretería de altar mayor para un forastero, si por muchos estoperoles y calderetas que llevara encima se lo iban a masticar los tiburones, pero ellas seguían tripotando sus reliquias de pacotilla, llevando y trayendo, tropezando, mientras se les iba en suspiros lo que no se les iba en lágrimas, así que los hombres terminaron por despotricar que de cuándo acá semejante alboroto por un muerto al garete, un ahogado de nadie, un fiambre de mierda. Una de las mujeres, mortificada por tanta insolencia, le quitó entonces al cadáver el pañuelo de la cara, y también los hombres se quedaron sin aliento. Era Esteban. No hubo que repetirlo para que lo reconocieran. Si les hubieran dicho Sir Walter Raleigh, quizás, hasta ellos se habrían impresionado con su acento de gringo, con su guacamayo en el hombro, con su arcabuz de matar caníbales, pero Esteban solamente podía ser uno en el mundo, y allí estaba tirado como un sábalo, sin botines, con unos pantalones de sietemesino y esas uñas rocallosas que sólo podían cortarse a cuchillo. Bastó con que le quitaran el pañuelo de la cara para darse cuenta de que estaba avergonzado, de que no tenía la culpa de ser tan grande, ni tan pesado ni tan hermoso, y si hubiera sabido que aquello iba a suceder habría buscado un lugar más discreto para ahogarse, en serio, me hubiera amarrado yo mismo un áncora de galón en el cuello y hubiera trastabillado como quien no quiere la cosa en los acantilados, para no andar ahora estorbando con este muerto de miércoles, como ustedes dicen, para no molestar a nadie con esta porquería de fiambre que no tiene nada que ver conmigo. Había tanta verdad en su modo de estar, que hasta los hombres más suspicaces, los que sentían amargas las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con los ahogados, hasta ésos, y otros más duros, se estremecieron en los tuétanos con la sinceridad de Esteban. Fue así como le hicieron los funerales más espléndidos que podían concebirse para un ahogado expósito. Algunas mujeres que habían ido a buscar flores en los pueblos vecinos regresaron con otras que no creían lo que les contaban, y éstas se fueron por más flores cuando vieron al muerto, y llevaron más y más, hasta que hubo tantas flores y tanta gente que apenas si se podía caminar. A última hora les dolió devolverlo huérfano a las aguas, y le eligieron un padre y una madre entre los mejores, y otros se le hicieron hermanos, tíos y primos, así que a través de él todos los habitantes del pueblo terminaron por ser parientes entre sí. Algunos marineros que oyeron el llanto a distancia perdieron la certeza del rumbo, y se supo de uno que se hizo amarrar al palo mayor, recordando antiguas fábulas de sirenas. Mientras se disputaban el privilegio de llevarlo en hombros por la pendiente escarpada de los acantilados, hombres y mujeres tuvieron conciencia por primera vez de la desolación de sus calles, la aridez de sus patios, la estrechez de sus sueños, frente al esplendor y la hermosura de su ahogado. Lo soltaron sin ancla, para que volviera si quería, y cuando lo quisiera, y todos retuvieron el aliento durante la fracción de siglos que demoró la caída del cuerpo hasta el abismo. No tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás. Pero también sabían que todo sería diferente desde entonces, que sus casas iban a tener las puertas más anchas, los techos más altos, los pisos más firmes, para que el recuerdo de Esteban pudiera andar por todas partes sin tropezar con los travesaños, y que nadie se atreviera a susurrar en el futuro ya murió el bobo grande, qué lástima, ya murió el tonto hermoso, porque ellos iban a pintar las fachadas de colores alegres para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los acantilados, para que los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en altamar, y el capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas: miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban.